La hormiga y el ciempiés


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El equipo de psicólogos de Filia Social coordinado por Rubén Castro editó un Manual de trabajo sobre Fobia Social en donde se puede leer lo siguiente:

La hormiga siempre ha admirado al ciempiés. Suele esperar en las raíces de un árbol para verle pasar porque le parece increíble y majestuoso. ¿Cómo es posible que mueva sus extremidades de manera tan elegante y coordinada?. Ella solo tiene seis patas y tiene problemas. Un día, superando su timidez, le hace la siguiente pregunta…
– ¿Cómo lo haces? ¿Cómo te las ingenias para mover cien pies al mismo tiempo?.
– El ciempiés se siente halagado, y se dispone a instruir a su nueva discípula.
… Siempre empiezo con las patas delanteras. De pronto se detiene, no era así.
… Perdón, el truco esta siempre en empezar por el lado derecho (aunque, ahora que lo piensa, algunas veces empieza por la izquierda).
… ¿Sabes?, es el movimiento ondulante… o ¿no?.
La hormiga contempla como el ciempiés deja de andar, y se queda inmóvil, mientras piensa en cómo se hace aquello que siempre ha hecho sin pensar.

La mayoría de nuestros pacientes no son personas con falta de capacidad para establecer relaciones sociales. Tampoco son personas que sean reacias al contacto con los otros, muy por el contrario, anhelan relacionarse con los demás. La gran mayoría son inteligentes, reflexivos, y saben más de la fobia social que nosotros mismos aunque les pasa algo parecido al ciempiés: de tanto pensar en cómo tienen que actuar en una situación social, se olvidan de andar y se bloquean.

Es cierto que otro porcentaje de pacientes carecen de habilidades sociales, pero no puedes pretender que una maquina funcione perfectamente si no está lubricada, o si lleva sin funcionar una temporada larga.

Por otro lado las personas que acuden a nuestra consulta comparten lo que llamamos el síndrome de evitación experiencial. Este síndrome es un patrón inflexible de comportamiento en el que la persona intenta controlar mediante la evitación todo tipo de situaciones y experiencias que pueda catalogar como desagradables. Paradójicamente la necesidad de mantenerse alejado de cualquier experiencia desagradable es la que impide vivir a la persona. Estamos hablando de personas que viven la frustración como algo inaguantable, por lo que la evitan a toda cosa.

Algunos de nuestros pacientes se quejan de no haber tenido relaciones con personas del otro sexo, hasta tarde en su vida, y terminan creyendo que no tienen nada que ofrecer, porque son raros, o se quejan de que el mundo es injusto, pero si les preguntamos cuantas calabazas han recibido responden que ninguna.

El miedo imaginado al rechazo es tan grande que prefieren anular su deseo. No toman la palabra, por miedo a no ser interesante. No toman decisiones por miedo a cometer errores. No hacen uso de su sentido del humor por miedo a no resultar graciosos.

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Las personas con fobia social a menudo se sienten como los asistentes a una fiesta a la que saben que no han sido invitados. Digamos que algunas personas que se encuentran en esa fiesta están seguras en ella, ya que se sienten parte integrante de la misma. Disfrutan de la fiesta, porque se sienten con derecho a estar ahí. Sin embargo quienes padecen fobia social, no se sienten dignos de estar en ella, y lo que es peor, pueden ser descubiertos por los otros, como si se hubiesen colado en ella.

¿Y porque no se sienten invitados?. Porque sienten que hay algo defectuoso en ellos, y quizá los demás terminen dándose cuenta de ello, tarde o temprano. ¿Pero que hay realmente malo e imperdonable?. Tampoco pueden responder a esta pregunta. Quizá lo realmente malo es que sienten miedo y ansiedad en esas situaciones.

La clave por tanto no es si tienes o no fobia social, sino descubrir cuáles son tus mecanismos de autosabotaje. No tiene tanta importancia el hecho de que te trabes, que te sientas confundido o te ruborices sino que es lo que haces cuando eso sucede.

Si haces lo que siempre has hecho nunca llegaras más allá de donde siempre has llegado.

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3 respuestas a La hormiga y el ciempiés

  1. imbécil dijo:

    Me parece una descripción bastante superficial y políticamente correcta. Además, se insiste siempre en darte ideas y más ideas como si estas te hiciesen sentirte mejor. No se tiene en cuenta que no es lo mismo saber una cosa que sentirla.

    Jroña que jroña.

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  2. Indi dijo:

    Yo pienso que es muy cierto todo lo que comenta en este post, verdaderamente yo misma me siento así, de sentirme la asistente en reuniones familiares en mi propia casa, y hasta así me tratan las demás personas porque no soy conversadora y que pueda entablar toda una conversación con los demás y mucho menos con un grupo grande de personas, hasta con mi propia familia, porque soy muy penosa, porque me importa demasiado lo que piensen de mi, y más que todo porque me ruborizo muchísimo y me pongo a sudar y a temblar y me comienzan las palpitaciones. Se siente muy incómodo, y lo más cumbre es que ves a los demás y son de los más relajados y fluidos y que uno mismo quisiera poder ser así pero que no lo logras, pero si, se puede, con la práctica todo en esta vida se puede lograr, sólo que hay qye estar preparado. Gracias siempre

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  3. MEL dijo:

    QUE BUEN EJEMPLO, PARA EXPLICARLE A LAS PERSONAS QUE SUFREN ESTOS TRASTORNOS Y NO SABEN QUE ES, NI POR DONDE EMPEZAR…..

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