Historia de mi vida (2): adolescencia y juventud


Después de la parte  dedicada a la infancia, esta es la continuación del testimonio de una amigo de la Asociación AMTAES.

Se me presentaba un nuevo reto, enorme para mí en esa época: el cambio del colegio al instituto. Tampoco tenía nada claro qué quería hacer. Mi padre me comentó que, como me gustaban muchos los automóviles, podría hacer Formación Profesional de Mecánica de vehículos a motor, o que también había otro centro en el que impartían Electrónica. Me decidí por esta última, por el simple y pueril motivo de que:”Los mecánicos se ensucian las manos, los electrónicos no”.

Intento no traer a la memoria demasiado a menudo esa época. Entre el cambio de centro (ningún compañero de mi colegio eligió lo mismo que yo, por lo que me encontraba más solo que nunca), los cambios hormonales y de crecimiento, típicos de la pubertad y adolescencia, y mi tendencia a la introversión, unida a la falta de amigos y de ese tipo de expansión personal necesaria para todos, se me acumuló tanto cambio, tanta incomprensión por mi parte, tanta extrañeza de lo que pasaba a mi alrededor y adentro de mí mismo, que nunca logré comprender ese momento de mi vida.

Desde el comienzo del nuevo curso, no encajé. Recuerdo que no me enteraba de nada, de hecho el primer día me confundí de aula y ya me provocó ansiedad y malestar. Cuando entré en el aula que me correspondía me abrumó ver tantas caras desconocidas y oir tanto ruido y barullo, cosa que en el colegio no recuerdo que ocurriera. En un instante, mi mirada evaluó la situación y, aunque mi mente me decía que huyera de allí a cualquier otro lugar, busqué algún rostro que me transmitiera confianza y bondad, cosa que siempre me ha pasado después en cada nuevo reto que debía afrontar en mi vida. Ví a un chico que parecía menor de lo que correspondía, con cara de niño y mirada infantil, y ¡allá que fui! Casualmente (o mejor, causalmente) ese chico fue objeto de burla y escarnio general por parte de la clase, simplemente por su aspecto y su carácter ingenuo y bueno en esencia. Nunca le pregunté, pero creo que tenía algún tipo de retraso en el crecimiento, no tanto en la mente como sí en el aspecto, además de que tartamudeaba siempre y tenía tics. Jaime se llamaba, nunca le olvidaré.

Era incapaz de hacerme oir en clase y. si tenía que salir a la pizarra, estar a la vista de toda la clase para exponer un tema o resolver un problema determinado me suponía una tortura terrible: no podía alzar la voz, el profesor siempre me decía que hablara más alto, pero no era capaz de hacerlo; me bloqueaba mentalmente (recuerdo una exposición sobre un libro que había leído en la que no logré terminar de comentarlo y al final tuve que retirarme a mi pupitre entre lágrimas y acaloramientos y teniendo que escuchar las risitas y ver la caras de asombro y de regodeo de los compañeros). Siempre intentaba hacerme el despistado, cuando el profesor buscaba a alguien para salir a la pizarra.

Yo intentaba pasar desapercibido, pero también recibía lo mío: insultos, risas mal intencionadas, gestos obscenos, etc. Nunca entraba al trapo, creo que por eso me salvé de algo peor, como sí que le ocurría a Jaime. Poco a poco fui encontrando una especie de “pandilla”, chicos más o menos tranquilos y tolerantes a los que me agregaba, más de manera física que anímica, en las clases y recreos. Como en el colegio, nunca salí con ellos, ni quedaba fuera del instituto.

Con mi familia, la infancia vivida feliz cerca de primos y demás, dio paso a una tendencia de evitación, de aislamiento y de despegarme poco a poco de ellos. No me sentía bien ya entre el grupo de primos y sus amigos en el pueblo, además de que ya empezaban a juntarse con chicas, como es lo habitual de la edad. Me resultaba un entorno intimidante, nunca captaba las bromas, sobre todo las de carácter sexual o erótico. Me sentía avergonzado de mí, de mi cuerpo y de los cambios que en él experimentaba, no terminaba de entenderlo, qué sentido tenían esos cambios, me veía feo. Puede que la moral puritana en casa (sobre todo por parte de mi madre) no me ayudara precisamente en ese proceso natural.

Cumplía años y cada vez estaba más solo, aislado de la realidad, de la sociedad, del mundo en general. Mis primos se fueron olvidando de mí. Con los compañeros de instituto cada vez me sentía más apartado, ajeno a su grupito y sus inquietudes, no me terminaron de aceptar, o tal vez yo no quise o no supe integrarme. Los cursos los iba aprobando pero con dificultad. Me resultaba más aburrido todo, a cada año que pasaba, no le encontraba sentido a tener que memorizar, aprender y comprender determinadas asignaturas, temas, materias y lo de evaluar los conocimientos con los criterios que impusiera cada profesor en particular, me parecía algo así como una injusticia, un absurdo, algo arbitrario y subjetivo. En definitiva, no me veía transigiendo con el sistema educativo al uso, menos todavía teniendo que compartir espacio y horas con el resto de la gente, esa sociedad que ya empezaba a dejarme claro el hecho de que yo no formaba parte de ella, como si fuese una especie de extraterrestre, totalmente diferente a ellos, opuesto al resto del mundo, sin nada en común.

Intenté hacerme querer, valorar o estimar. Aunque me costaba horrores fui a varias excursiones y viajes de fin de curso, pero a cada experiencia que intentaba me topaba con la cruel realidad, como si se interpusiera, entre mi mente y mi alma, una especie de barrera invisible, un muro infranqueable. Llegué a convencerme a mí mismo de que yo no pertenecía a este mundo, ni a esta época de la historia, ni menos aún a la sociedad en la que se suponía que debía integrarme.

El último curso, en 1993, decidí intentarlo por última vez. Iría, gracias al esfuerzo económico de mis padres (que entonces, por fin, empezaban a intentar comprender lo que me pasaba y por qué era como era), al viaje fin de carrera. ¡Tenía tantas ilusiones puestas en eso, tantas esperanzas de romper mi burbuja interior, de ser uno más!; todo salió al contrario de lo que esperaba.

Adolescencia

Para empezar, el grupito de compañeros al que creía perternecer, me dejaron fuera del mismo cuando tuvieron que elegir con quién compartir unos bungalows que nos asignaron en zona de playa. Me supo muy mal, me sentí perdido, temeroso, inseguro, desvalido y desorientado.

Luego, cuando salíamos por la noche, ese mundo de la “marcha” y la “movida” nocturna que desconocía totalmente, me resultó abrumador, desconcertante, intimidatorio, terrible. Intentaba hacer lo mismo que los demás: beber alcohol (gran error), bailar (algo parecido a la danza de la lluvia india) y dejar que alguna chica se acercara a mí (siempre he sido bien parecido, modestia aparte), pero sin terminar de comprender nada, no me enteraba de si debía hacer o decir esto o aquello. Me dejaba llevar por esos compañeros, pero no sabía muy bien por qué ni con qué motivo. Resumiendo, todo fue decepcionante y, lo peor, abusar del alcohol y no descansar en condiciones provocó una especie de desorientación espacial, era como si no supiera dónde me encontraba, no ya de noche, sino también de día. Tenía que recurrir a que uno de esos compañeros me acompañase (valga la redundancia) en los paseos y salidas que nos quedaban durante el día. Me sentía mareado, confuso, con sensación de gran torpeza y como si mi mente se quedara en blanco siempre.

Cuando volví de ese viaje mi madre se alarmó por verme así y no sabía el motivo. Decidió que acudiera al médico de familia a consultar, el cual me derivó al psiquiatra y al psicólogo a la vez. Esa fue mi primera toma de contacto con los especialistas de la mente, cuando me explicaron los motivos y las causas de mis problemas: tenía fobia social y tendencia a la depresión. Empecé con tratamiento farmacológico (antidepresivo y ansiolítico), para después complementarlo con el psicólogo (terapia cognitivo-conductual, tareas de exposición en sociedad, etc.).

He de reconocer que en cuanto empecé a notar cierta mejoría, abandoné ambos tratamientos y dejé de asistir a las consultas de mis especialistas, pensando que ya no serían necesarios,¡qué equivocado estaba! La soberbia, típica por otra parte de esas edades, me llevó por el camino equivocado al hacerme creer que podría mantenerme sin ayuda externa, simplemente con mi razonamiento interior y algo de fuerza de voluntad. Siempre he rehuido la toma de cualquier tipo de medicamento, no soportaba tener que depender de la química externa a la que se generase mi propio organismo, en este caso, más concretamente, mi mente. La serotonina es la que impulsa o, al contrario, su falta o escasez de segregación coarta la toma de decisiones, los impulsos emocionales y de aventura; ahora lo se, pero entonces lo desconocía, no quería creer en esos “cuentos”,¡cuán misteriosa y enrevesada es la mente humana!, todo un Universo en miniatura.

El nuevo reto que se me presentaba era el de encontrar mi primer empleo e introducirme en el mercado laboral. Mi primera experiencia en ese terreno, al principio, no fue del todo negativa. Yo todavía tenía 17 años, seguía siendo muy ingenuo y quería creer que “todo el mundo es bueno”, y que se darían cuenta de que yo, a pesar de mi timidez e introversión, era también buena persona.

acoso

Trabajé en un almacén durante el verano para cubrir suplencias por vacaciones. Fue un choque para mí, pero pensaba que aprendería todo lo necesario para que me ayudase a desenvolverme por la vida, a la vez que me permitiría alcanzar, algún día, cierta estabilidad económica. No fue así. Siempre he empezado bien en la mayoría de trabajos que he realizado (han sido muchos, incontables), pero el final solía ser traumático y abrupto. Unas veces me sentía abrumado por la competencia entre compañeros de trabajo y la brusquedad de las órdenes por parte de los superiores; otras veces, directamente, fui objeto de acoso laboral puro y duro.

Han pasado los años, he conocido el amor verdadero, he tenido muchas oportunidades de mejorar y de alcanzar metas que creía imposibles, pero he seguido cometiendo los mismos errores, dejando que me machacasen demasiadas veces, incluso tanto que llegué a protagonizar un intento de suicidio. Eso ocurrió en mi último trabajo, cuando el acoso de varias compañeras y la incomprensión de los jefes de personal me provocaron fuertes ataques de ansiedad y llegar a pensar que mi vida no tenía sentido.

Ese amor verdadero lo perdí, dejé que la relación se estropeara por mi evitación, dejándola plantada sin aviso y excusa alguna en varias ocasiones. Era una relación variable, cambiante, de subidas y bajadas permanentes, en la que el peso de la misma lo llevaba yo, con lo cual ella terminó dejándome y pidiéndome que no la buscara ni contactara nunca más. Todo esto provocó una nueva recaída, de la que todavía perdura el recuerdo amargo de algo que fue tan bonito y se perdió por mi culpa.

Resumiendo, me encuentro sin trabajo desde hace más de dos años (el último lo dejé, aburrido de pasarlo mal, incluso renuncié a un último contrato de un año de duración). Sin pareja, aunque intento mentalizarme que eso no es para mí, que nadie podrá aguantarme.

Futuro Próxima Salida

Ahora vivo en mi mundo particular. Apenas salgo a la calle, aunque me he acostumbrado a acudir a diario a la Biblioteca Pública del Estado en mi localidad, en donde me siento más o menos a gusto. Rodearme de libros, revistas, películas, música, etc., ese es mi mundo. Siempre aprendiendo algo nuevo, curioseando entre libros y más libros. También salgo cuando tengo que hacer la compra y algún recado.

Mantengo la misma medicación desde hace años (un ansiolítico y un antidepresivo, con esporádicas tomas de otro ansiolítico puntual en momentos de picos de ansiedad); eso sí, dejé de acudir a consultas ya que veía que no avanzaba, estaba demasiado encerrado ya en mi mundo como para creerme capaz de romper esa zona de confort y exponerme más ante la sociedad y el mundo exterior. La medicación no consigue eliminar todos los males, aunque alivia bastante, ya que sin ella apenas podría descansar por las noches en condiciones y tampoco me atrevería a salir a la calle, aunque sólo sea de manera limitada.

Siento un gran temor en lo que se refiere a la reincorporación al mercado laboral, más aún, dadas las características que lo definen en la actualidad (precariedad laboral, altísima competencia, abusos de poder y autoridad, pérdida de poder adquisitivo y cotización, etc.).Empiezo a pensar que no merece la pena volver a intentarlo por enésima vez, que las “ventajas” no me compensan en relación a los inconvenientes que siempre me ha supuesto todo lo relacionado con los trabajos y la interacción con compañeros, jefes, público, etc.

Es triste, además de carecer del carácter socializador que se le supone a todo ello, pero ya he renunciado a tantas cosas, materiales y emocionales, que creo que esa es la decisión más “razonable” para mí. No seré amado por alguien ajeno a mi mundo, ni me parece que encaje en ningún trabajo y grupo social de cualquier tipo. Sólo puedo aspirar a intentar sobrevivir el tiempo necesario para poder ayudar a mi madre, acompañarla y despedirme de ella cuando tenga que dejar este mundo. Después…ya se verá.

Mi vida transcurre de esta manera, intentando mantenerme a flote con las pequeñas cosas que forman mi mundo particular, mis aficiones, mi madre, mis escasísimos amigos (muchos de ellos virtuales, a los que no conozco en persona) y afortunadamente con la comprensión, apoyo y bondad que me brindan los amigos de la asociación AMTAES, que he descubierto desde hace poco tiempo y que cada día que interactúo a distancia con ellos me sorprenden gratamente; pero sobre todo, me hacen sentir menos solo y más valorado y apreciado por una pequeña fracción de la sociedad, al menos.

Muchas veces pienso:”Ojalá las personas, tanto la que me han hecho daño, como las que me han llegado a conocer alguna vez, y a las que he amado y apreciado, pudieran mirar el mundo a través de mis ojos”.No es nada sencillo, bucear en mi mente e intentar comprender el motivo de mis decisiones o de la falta de ellas. Siento una tremenda impotencia por ello, no suelo encontrar las palabras correctas que pueda expresar lo que siento, lo que pienso y lo que hago (los tres pilares fundamentales en los que se apoya la problemática de la fobia social).

Sólo soy capaz de aportar parte de mis experiencias, vivencias, ideas y miedos a quien quiera escucharme; si de esta manera logro ayudar a que se difunda este problema, a que otras personas se identifiquen con ello y empiecen a buscar ayuda y a trabajar para mejorarse a sí mismos, me sentiré entonces tremendamente satisfecho por aportar mi granito de arena y dejar, a un pequeñísimo nivel, mi particular y humilde legado a la humanidad, o al menos a una parte menor de la sociedad, aunque desgraciadamente compruebo que el número de afectados por fobia social va en aumento: toda una cuestión para reflexionar y para que empiecen a meditar nuestros dirigentes, políticos, médicos, empresarios, trabajadores, profesionales varios, en definitiva, la SOCIEDAD en global, acerca de qué estamos haciendo los unos con los otros, hacia dónde se dirige esta civilización y este sistema que parecen empeñados en olvidar sus orígenes, en definitiva, su HUMANIDAD.

No escribo este documento para buscar compasión o que me transmitan la pena y el dolor personas desconocidas. Si lo hago, es por intentar que se  conozca y comprenda cómo puede llegar a ser, a sentirse, a vivir este problema que, en general, conocemos como fobia social, con sus muchas variantes o derivaciones psíquicas existentes.

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8 respuestas a Historia de mi vida (2): adolescencia y juventud

  1. Pingback: MI FOBIA SOCIAL

  2. Unknown dijo:

    Pues yo no lo considero ninguna enfermedad. Yo soy como tu y lo llevo maravillosamente. ¿donde dice que hay que tener pareja¿ ¿en que artículo de la constitución pone que hay que tener amigos¿ Vamos a ver, ya están los puñeteros psicólogos creando problemas donde no los hay. Fobia Social ¿pero que mierda es eso de la fobia social¿ es mas ¿pero es que acaso existe sociedad¿

    Tu lo que tienes que hacer es vivir para ti y no para los demás o para el que dirán los demás. ¿Que la gente quiere tener muchos amigos¿ pues vale, pues que los tengan ¿y a ti que te importa¿ Tu lo que tienes que hacer es lo que hago yo. Tengo estudios pero trabajo de lo primero que me sale. El jefe pegas voces, yo hago como el que lo escucho pero en el fondo me la suda. Por un oído me entra y por otro me sale.

    De mi se sigue riendo la gente, pero como he conseguido ser autosuficiente, pues me la suda que se rían. De sus risas no depende que tenga o no trabajo. De sus risas no dependen que tenga mi poco dinero. Así que por mi que se sigan riendo todo lo que quieran. Es mas, cuando alguien se ríe de mi yo empiezo a reírme de mi todavía mas que el, cuando acuerdas se han largado porque en el fondo no pueden soportar el real hecho de que te la suda. Entonces ya no vuelven a dirigirte la palabra, lo cual tiempo que gano. Cabreos y berrinches que me ahorro y salud que gano.

    Musica, libros, películas………. Pero si es que veo de puta madre lo que haces. Sorprendeme y dime que también tocas algún instrumento musical. Y si eso le añades un poco de deporte al aire libre y apartado de la ciudad ¡pues ya tienes el cielo ganado¡

    ¿emfermedad¿ No se de que me hablas. La enfermedad te la estas creando tu solito al solidarizarte con esa enfermedad. Tu lo que estas es traumatizado porque alguien llego y dijo que tu maravilloso mundo no es normal. Y encima vas y les haces caso.

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  3. Si , es muy triste lo que contais cada uno lo reconozco, entiendo que necesiteis lamer vuestras heridas, y por supuesto los que podais echar las culpas, a los padres o personas mas cercanas, de vuestra situacion, aunque vuestros problemas son mas de tipo comnictivo y deben abordarse terapeuticamente sin mas dilacion si, deber ser un alivio , una descarga a vuestras tensiones, pero opino que con ello , merecida o inmerecidamente, estais machacando a las unicas personas que teneis a vuestro alrededor y, que os pueden ayudar, y que por supuesto no son profesionales para saber cual seria la mejor forma de enfocar vuestros problemas, y pueden cometer errores , porque son humanos, y para eso estan los terapeutas , ponerse en manos de ellos , no quiere decir que vayais a sufrir mas de lo que ya estais sufriendo, por que se de buena mano que lo haceis y me gustaria tener la formula que os pudiera ayudar de verdad lo digo de todo corazon, pero de momento solo se me ocurre poneros un ejemplo,y es que cuando estais en vuestro encierro voluntario , y si ois un ruido en el techo y mirais hacia arriba y veis que la lampara del techo esta cayendo, ¿ que haceis, dais un sato para que no os pille , o bien os quedais quietos a ver que pasa?yo por mi parte , daria un buen brico, y es lo que os recomiendo que agais, no os quedeis quietos por favor , no os reboceis una y otra vez con la harina para freir, y la que sobre la guardais para sacarla otro dia , y vuelta a empezar, seguro que todos teneis personas que os quieren , y mejor o peor haran lo posible por ayudaros , dejaros ayudar , hay que tener fe, no os rindais hay que luchar, en todas las etapas de nuestras vidas, y nadie ha dicho que sea facil , hay que pasar de las opiniones de la jente ¡¡ a quien le importa, lo que yo haga …..!! Y tambien piensa que la mayoria de la jente no se da cuenta de a quien tiene enfrente o al lado por desgracia, asi que de que os preocupais..!!!!! Y si no , siempre queda la del «mimo» me fabrico una careta ficticia y me la pongo y me la quito cuanco me convenga…..!!!! Hay trabajarlo un poco desdeluego, bueno amigos la imaginacion al poder , pero siempre en positivo, espero que me disculpeis si no es lo que esperabais oir , pero ya esta bien de cosas tristes , los buenos momentes algunas veces hay que fabricarlos , o tener disposicion para detectarlos. Un abrazo muy fuerte , de los que transmiten energia positiva para todos.

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  4. Hola, de casualidad encontré ésta página web y la verdad me ha parecido muy interesante, saber que no soy la única que sufre de ésto y saber que puedo compartir y recibir de alguna forma ayuda. Mi caso es muy parecido, me identifico con ustedes, soy una mujer que desde niña ha sifrido de baja autoestima, pensé que lo había superado pero no. Nunca he podido relacionarme, no tengo casi amig@s, sufro de mis nervios y a causa de eso me he enfermado de mi sistema respiratorio, creo que cuando estoy llena de ansiedad me dan recaidas y cuando pienso que ya estoy curada, nuevamente me enfermo, creo que ya es algo piscológico. Nunca he recibido tratamiento ni medicamentos, me da miedo y verguenza, tenía un trabajo como profesora, imagínense, profesora de inglés. Pues no pude seguir, no me gusta, siento muchos nervios con los demás compañeros, últimamente en los descansos yo siempre me quedaba en el salón de clases, no me gustaba salir a conversar con los demás profes, aunque en el fondo deseaba tener amigos. Solo iba, dictaba mis clases y salía corriendo. Las noches son terribles, mi familia toda duerme y yo no puedo, no me gusta dormir, tengo pesadillas y miedo, a veces piesno que voy a morir y ya no despertaré. Tengo muchos sueños u metas por cumplir he buscado cómo realizarlas, pero saben? no encuentro nada apto para mi. En ciertos ofertas de empleos, no lleno los requisitos porque no tengo experiencia laboral. Bueno aparentemente yo demuestro ser una persona normal, pero no lo soy, y me da pena salir a la calle, prefiero estar en mi casa, así sea sola. Pero la verdad quisera poder vencer esa barrera de la fobia social y poder relacionarme normalmente con la gente y tener muchos amigos y amigas, poder divertirme sanamente como los otros sin prejuicios. Abrazos a todos y éxitos con sus vidas.

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  5. Piedad Silva Rodríguez dijo:

    Gracias por tu testimonio personal. Has conseguido, rastreando en tu vida desde la infancia, poner de manifiesto cómo este padecimiento de la FS nos condiciona la vida desde que hace su aparición. El primer conflicto surge en la adolescencia y con el cambio a la FP, donde tuviste que romper con el mundo conocido e introducirte en otro nuevo, donde sólo encontraste apoyo en Jaime y al final el bulling contra él te terminó afectándote –primer encontronazo con una sociedad agresiva que se repetirá ya en adelante–, con la conclusión de que el mundo es hostil para los FS y nos recluye en nosotros mismos, provocando de paso las conductas de evitación.

    Tu fuerza de voluntad por buscar la integración te animó a hacer el viaje de fin de estudios y por socializarte en las conductas al uso te sumaste al alcohol, salidas nocturnas, etc. que te llevaron a la confusión al no estar en un mundo adecuado para ti. Otra experiencia en la que tu esfuerzo, que merece un gran reconocimiento, se saldó con un fracaso emocional, casi de pérdida de tu propua identidad y que te hizo acudir a los especialistas.

    Tu lucha ha sido constante en los distintos ámbitos laborales, que, como la Sociedad, distan mucho de ser acogedores. Máxime, imagino, en un mundo masculino dobde los machos, con la agresividad de la testosterona, llegan a encontrar natural la crueldad, el ensañamiento y el acoso, actitudes denuncuables pero que encima son imitadas irreflexivamente por las mujeres. Hay un momento luminoso en tu vida, la relación amorosa, que aunque fallida, no debes sacar la conclusión de que la culpa fue sólo tuya y de que no habrá otra oportunidad en el futuro.

    Muchas gracias por abrirte y dar testimonio de cómo esta enfermedad silenciosa, porque vivimos medio escondidos, necesita más atención sanitaria y que la Sociedad sea consciente de la existencia de esta enfermedad incapacitante. De hecho, casi todos los integrantes de grupo de FS nos hemos visto obligados a dejar el trabajo por la incapacidad para asumirlo.

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  6. Alex dijo:

    Es como leer parte de mi vida, aunque yo tuve el extra d tener padres violentos, descalificadores, perfeccionistad y ultra sobreprotectores, si una maravilla.
    Actualmnte tengo 35 años y odio a mis padres y a todo el mundo k no me respeta, sin trabajo desde hace 3 años y con una unica relacion sentimental a las espaldas, relacion que duro menos de 2 años.
    Deseo lo mejor a toda la gente k tenga estos problemas.
    Un saludo.

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  7. O'Brien dijo:

    Bueno, al menos has conseguido dos cosas que yo nunca he conseguido:
    -Ir al viaje de fin de carrera (porque abandoné los estudios y porque aunque me hubiese licenciado probablemente no habría podido).
    -Tener una relación estable con una mujer (lo más romántico que he hecho ha sido invitar a una prostituta a un café antes de «negociar» con ella).

    Por lo demás, cada persona es diferente dentro del trastorno mental. Por ejemplo, yo me recuerdo de niño algo tímido, pero siendo bastante popular en el colegio, con amigos que me invitaban a su casa y tal.
    Claro que también venían chicos mayores a molestarme y a veces me pegaba con ellos. Luego mi padre me echaba la bronca por haber perdido las peleas, y por llorar la «derrota». Aparte de dudar de mi hombría, me recordaba que nunca iba a llegar a nada siendo un «flojo» (ante varios oponentes más altos y más grandes, que yo). Gracias por su nula empatía y apoyo.
    Por otra parte cuando tenía cualquier otro problemilla y le pedía ayuda, siempre ponía como excusa que estaba cansado del trabajo o que tenía algo que hacer, soltando coletillas tales como: «cuando seas mayor tampoco te ayudará nadie, vete acostumbrando» o «la gente es muy mala, hazte a la idea».
    Pero él bien que iba a quejarse a mi madre a diario de lo malos y vagos que eran sus compañeros del curro…siempre ha sido un hombre débil en el fondo.
    Otro niño con una personalidad más fuerte habría acabado convertido en un adulto cabrón, pero yo no pude cumplir los «ideales» de virilidad que me «enseñó» mi padre.
    Supongo que si hubiese tenido una
    No he tenido madre sobreprotectora, un ejemplo: con 4 años me desmayé en público por un susto y mi madre allí presente se enfadó conmigo (no se asustó, no , se ENFADÓ). Eso me causó la idea de que no había que expresar sentimientos ni debilidad ante los demás.
    En cambio, mis padres siempre se desvivían por mi hermana, dándole todos los caprichos, porque había estado muy enferma de pequeña.
    Aunque creo que casi todo el problema me viene de un amigo que me dejó de lado después de un problema físico que padecí durante más de un año.
    Después de eso nada fue igual ya.
    Un saludo

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  8. Me ha parecido muy interesante este artículo. Me siento totalmente identificado con esta persona. Yo también he sufrido burlas por mi aspecto y mi forma de ser durante toda mi vida y lo sigo padeciendo hoy a mis 35 años. Sé lo que es dejar de hacer cosas que antes hacías para evitar el contacto con la gente, sentir la tranquilidad y el confort de estar en casa con mis aficiones (cine, lectura, televisión). Aparte de este blog, también escribo en dos foros de psicología y leo casos similares al mío. Puede que no sea lo mismo que acudir a un profesional, pero leer como otras personas pasan por lo mismo que tú, comentar, interactuar con ellos ayuda bastante y te sientes algo mejor. Comprendes mejor este mundo y quien sabe si algún día, tengas la fortaleza para no dejar de ser tú mismo y que lo que digan o piensen los demás de ti te importe un comino.

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