Guitarrista y cantante, el padre más perfeccionista de la bossa nova actuó en los mayores escenarios del mundo. Entre sus muchas canciones antológicas se encuentran «Desafinado», «Garota de Ipanema», «Chega de saudade», «Rosa Morena», «Corcovado» y «Aquarela do Brasil».
Pero desde la altura de su genio, la vida para Joao Gilberto nunca fue fácil. Su perfeccionismo que rayaba en obsesión neurótica, su lado excéntrico y su fobia social —vivió recluido durante años— eran tan conocidos como su talento.
Fue el primer cantante, al menos en Brasil, que demostró que no se necesitaba un vozarrón, que cantaba bajito, como un susurro, acompañado por su virtuosidad y armonía con la guitarra.