¿Estoy mal?


Primera parte de una contribución en el portal Monografía de José Luis Trechera Herreros, Profesor de Psicología del Trabajo en ETEA (Córdoba). Autor del libro: «Agujeros negros de la mente: Claves de salud psíquica». Editorial Desclée de Brouwer.

La mayoría de los hombres llevan sus vidas en callada desesperación H. D. Thoreau.

Para bien –sobre todo de los profesionales de la salud mental– o para mal, la Psicología está de moda. Hoy más que nunca determinados términos propios del entorno psicológico han pasado a ser de uso general: «Antonio tiene una crisis de ansiedad», «Isabel está atravesando una depresión, «Los Pérez van a un psicólogo para ver si salvan su relación de pareja», «Pedro acude a un grupo de terapia»…

¿Qué nos pasa? ¿Nos sentimos débiles y por tanto más necesitados de ayudas externas? o quizá, ¿gracias a un mayor nivel cultural, hemos descubierto nuevos procedimientos para madurar y afrontar mejor las situaciones adversas de la vida? No es raro que dentro de un contexto cultural de profundas tradiciones religiosas, algunos, en tono irónico, describan la situación como si la disminución del uso del confesionario haya sido proporcional al aumento de las consultas psicológicas.

El tema no es superfluo o para tomarlo a broma. Somos uno de los países con mayor nivel de consumo de psicofármacos. ¿Estamos tan mal psicológicamente? Si es así, ¿cuándo deberíamos acudir a un profesional de la salud mental?

¿QUÉ HAY QUE ENTENDER POR ALTERACIÓN PSICOLÓGICA?

Es imposible hablar de algo «anormal» si no se realiza la comparación con un referente que se considera adecuado y que se plantea como norma. En la práctica, se suelen utilizar diversos criterios para establecer la normalidad en una conducta:

*1. La norma estadística

Según este postulado se entiende que algo es anormal cuando se desvía de la media general de la población. Ahora bien, la aplicación de tal criterio no es tan sencilla. Por ejemplo, un pigmeo con una altura de 1,80 cm. sería desproporcionado respecto a la media de la tribu. Sin embargo, ¿se podría enfocar como una «alteración» y por tanto, habría que establecer algún tipode tratamiento que lo condujera a la «normalidad»? No olvidemos que muchas personas «excéntricas» han sido posteriormente consideradas como genios o transformadores sociales. Por ejemplo, Gandhi, San Francisco de Asís o V. Van Gogh, R. W. Emerson decía que «si un hombre no marcha al ritmo de la tropa es que quizás esté escuchando a otro tamborilero».

*2. Desviación respecto al funcionamiento ideal.

Este enfoque tiene en cuenta la consideración de la normalidad en el hecho de responder o cumplir plenamente la función propia de un determinado sujeto u órgano. Es decir, alguien se consideraría como normal si funcionara adecuadamente en relación con un ideal.

En la práctica esta distinción plantea serios interrogantes. Así, una persona con un cociente intelectual (C.I.) de 200 habría desarrollado al máximo su capacidad intelectual, sin embargo sería un «anormal» respecto al común de los mortales. Al mismo tiempo, desde este planteamiento se podría cuestionar si la salud existe como tal o más bien es un ideal al que aspiramos. Por ejemplo, el 90% de la población tiene caries y no es deseable mantener esa situación. De ahí que A. Huxley afirmara que «la investigación de las enfermedades ha avanzado tanto que cada vez es más difícil encontrar a alguien que esté completamente sano».

*3. Criterio sociológico.

Sería adecuado lo establecido conforme a un determinado entorno cultural. Sin embargo, ¿una cultura tiene derecho a erigirse en canon de la normalidad? Tenemos como ejemplo determinadas tradiciones culturales que se cuestionan en la actualidad: esclavitud de niños o la marginación de la mujer. ¿Hasta qué punto hay que respetar ciertas prácticas que van contra la propia dignidad humana?

Así se explica que surgiera en nuestro contexto un movimiento contracultural, la Antipsiquiatría, que ha cuestionado el concepto de salud mental como propio de una cultura que en sí misma está enferma. ¿El trastorno mental no sería la liberación de una sociedad neurótica y alienada? R. Laing llega a afirmar que los esquizofrénicos son como «la luz que empezó a romper a través de lasgrietas de nuestras mentes demasiado cerradas».

A su vez, la mera «adaptación» a la sociedad en que se viva no es un signo de normalidad. Por ejemplo, en una sociedad esclavista el «superadaptado» puede ser alguien «más enfermo» que el que se rebela y protesta ante esa situación. No está muy lejos en el tiempo el ejemplo de Nelson Mandela y sus años de presidio.

*4. Incapacidad para situarse ante la realidad.

La persona con cierta patología psicológica distorsiona la realidad. Es verdad que en algunos momentos todos podemos tener una confusión, sin embargo, aquí se resalta el hecho de que la dificultad para captar lo externo pueda ser causa de problemas para el sujeto.

La diferencia entre distintos trastornos psicológicos, como la neurosis de la psicosis, va a radicar en esta variable. El neurótico mantiene una relación deformada con la realidad, pero es consciente de tal situación. Por ejemplo, alguien que tiene miedo a volar en avión o a subirse a un ascensor, lo reconoce, aunque se siente incapaz para solucionarlo. Sin embargo, el psicótico rompe con su entorno y vive «su propia realidad». Así, puede oir voces o ver figuras que no existen realmente, pero que sí tienen sentido en su «mundo» particular.

*5. Experimenta un malestar subjetivo.

La persona se siente mal y a disgusto consigo misma y con su contexto. El sujeto realiza comportamientos o tiene pensamientos que producen consecuencias psicológicas desagradables, que le paralizan y bloquean, y por ello, son indeseables.

Este criterio sería válido para los que así lo expresaran, pero existen situaciones en que alguien realiza comportamientos extraños y se siente muy feliz y a gusto. Como ejemplo, recordemos el personaje de Hannibal en la película El silencio de los corderos.

*6. Pérdida de control y desadaptación.

El individuo puede presentar comportamientos que anulen su autonomía y pongan en peligro su vida o la de los demás. Por ejemplo, un drogadicto o una joven anoréxica experimentan tal descontrol que realizan actos que van contra su propia existencia.

Si algo queda claro, es la dificultad para distinguir lo que sería un comportamiento anormal. En esta línea, diversas investigaciones han cuestionado incluso el diagnóstico de distintos especialistas sobre unos mismos sujetos. Así, se ha demostrado cómo un actor que se hace pasar por enfermo mental es evaluado de manera diferente según el especialista que lo describa.

¿QUÉ ES LA SALUD MENTAL?

La salud mental se caracteriza por la actitud amar y crear, por una existencia sin vínculos incestuosos, por un sentido profundo de la identidad basado en una experiencia personal de sí mismo en tanto que sujeto y agente de sus propios potenciales, por la captación de la realidad interna y externa a sí mismo; es decir, por el desarrollo de la objetividad y de la razón (E. Fromm).

Cada profesional de la Psicología insistirá en distintos rasgos para resaltar el concepto de salud mental. Desde nuestra experiencia profesional a modo de decálogo, destacaríamos los siguientes:

Decálogo para una buena salud mental

1. Capacidad para quererse a sí mismo, a los otros y al entorno que le rodea. A veces por un falso concepto de humildad, llegamos a ser el «peor enemigo de uno mismo». Si no nos aceptamos y queremos, difícilmente podremos aceptar y querer a los demás, ya que iremos buscando en los otros lo que echamos en falta en nosotros y podríamos caer en situaciones de dependencia, sumisión, manipulación o utilización mutua. No lejos de esta idea está el precepto evangélico que afirma: Ama a tu prójimo como a ti mismo.

2. Aceptar sin destruirse las distintas frustraciones de la vida.Sólo se madura cuando se van integrando las adversidades de la existencia. Elegir supone «renunciar» a algo. Una persona madura no lo ve como una limitación sino como un valor o experiencia positiva. Soy libre para no hacer aquello que creo que no me ayuda a crecer.

3. Adaptación o flexibilidad ante las diversas circunstancias o contextos. Alguien inseguro se percibe bloqueado o «formateado» y cualquier situación extraña le perturba y provoca malestar. La persona madura se abre a nuevas experiencias y aquello que aparentemente es una amenaza lo convierte en una oportunidad.

4. Eficiencia. El ser humano debe tener un funcionamiento eficaz, bien físico, social o intelectual. Es fundamental experimentar que lo que se realiza tiene cierta utilidad o se hace con algún sentido.

5. Creatividad. Aun dentro de la rutina el sujeto tiene la sensación de que realiza sus actividades de manera original o con su sello personal. Se caracteriza por la capacidad de asombro y de gozar con las experiencias cotidianas. La persona creativa despliega espontaneidad, curiosidad e iniciativa.

6. Armonía interior. Se ha de procurar la ausencia de conflicto y lograr una integración de todas las habilidades. Siempre podemos mejorar, pero estar a gusto consigo mismo es el punto de partida para avanzar, ya que de lo contrario se «escapará» de la realidad y se buscarán «soluciones mágicas».

7. Sentido positivo de la vida. Capacidad para disfrutar con cada tarea, dimensión lúdica, sentido del humor o ironía no agresiva. La persona madura es capaz de reírse de sí misma. Es la actitud contraria al sentimiento de culpa. La culpa bloquea e inutiliza al sujeto y «pide» un castigo para resarcir la situación. De ahí que alguien atrapado por la culpa se niegue
a disfrutar o aceptar un mínimo de felicidad en su existencia.

8. Comunicación y relación social. Debe potenciar una interacción positiva con los demás. Ha de tener capacidad para establecer relaciones profundamente amorosas e íntimas con unas pocas personas.

9. Sentido de trascendencia. Abierto a algún tipo de vivencia de lo inabarcable, bien explícitamente religiosa o no. Por ejemplo, el sentido de la fraternidad, la identificación con el género humano, la solidaridad,la justicia, la naturaleza, etc.

10. Capacidad de autonomía. El ser humano no es una «marioneta, un mero reflejo de sus circunstancias, sino que puede controlar su entorno. Tiene iniciativa propia y actúa con independencia frente a los demás o ante las condiciones sociales.

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Una respuesta a ¿Estoy mal?

  1. quiltedy dijo:

    José Luis, es difícil mantener una adecuada salud mental cien por cien. Como médico te lo digo. Sin estar desequilibrado, muchas personas sufren alteraciones que se traducen en enfermedades sicosomáticas, y, te diría, que el 90 % de los pacientes que atiendo tienen algún grado de compromiso sicosomático, desde leve hasta grave. Para ayudarlos se necesita mucha preparación sicoterapéutica o tener habilidad para hacerlos enfrentarse a sí mismos. Algo de arte para eso. Mucho de técnica.
    Interesante tu aporte.
    La Internet y los blogs pueden ayudarnos a todos a mantener ese equilibrio al «echar afuera » nuestras inquietudes y confiar que alguien pueda querer compartirlas.
    Adelante.

    http://www.cicalmo.wordpress.com

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